Aunque me tiemblen las piernas,
aunque me derrame sobre las horas,
aunque deje pedazos por el camino,
tu mano es mi vehículo.
No hay nada que más tema,
que ser una vida vacía,
una boca sin voz,
unas manos sin palabras,
un cuerpo sin abrazos,
una cabeza sin oídos.
No hay nada que me aterre más,
que ver el miedo robándose el propósito de mi respiración.
No hay nada que me angustie más
que no amar, cada día,
con una acción.
Porque si no hay amor en mi interior,
el aire que me rodea no es más que un sinsentido.
No quiero existir la vida,
quiero vivirla.
Aunque eso implique abandonarme en lo incierto y confiar en la Verdad.
Aunque soltarme me produzca vértigo.
Creerme que no estoy cayendo,
pues la mano del todo me está sosteniendo.