130 veces no
130 han sido los “No” que he recibido en aplicaciones de empleo en 7 meses.
Puede ser poco o mucho, depende de quién lo mire. Pero para mí, ha sido suficiente para desanimarme y cuestionar mis decisiones.
130 veces he querido renunciar a mi trabajo, hasta ahora estable, pero las facturas cada mes y las promesas por cumplir me impiden desistir.
130 veces donde me he encontrado sin aire y la última burbuja que me queda en el pecho parece que me dejará ahogar en un mar tempestuoso.
130 veces en las que he tenido que renovar mi actitud, hacer cada vez mejor mi trabajo, proponer nuevas ideas y agradecer. Eso, mientras sigo buscando y tocando todas las puertas hasta encontrar esa que se abrirá.
130 veces he tenido que decir “No” cuando realmente quería decir sí, porque estoy construyendo un futuro y este a veces tropieza con distracciones del presente que me desvían de propósitos que no entiendo cómo ni cuándo llegarán.
130 veces he querido llorar al ver cómo la frustración va haciendo de las suyas, cuando me pregunto en qué momento decidí por la incertidumbre.
130 veces me he preguntado ¿Qué hice?
Y 131 veces he sonreído luego de un suspiro, porque no hay mejor sensación que la certeza de saber que se existe en el lugar correcto.
Me puedo cansar, me puedo agotar, me puedo frustrar, puedo pausar y respirar.
Pero “tirar la toalla” no es una opción, y es que, igual, lo fácil nunca me gustó.
Conozco que lo que realmente vale la pena, toma tiempo y esfuerzo. Sé que sin el movimiento de mi acción, mi pedazo de mundo no seguirá rotando.
Quiero cerrar los ojos 131 veces más y susurrarme al corazón que no fui olvidada y que mi valor no lo determina la costumbre de mis días, y que aunque a veces la odie, es temporal.
Quiero tener fe en que hay un espacio y tiempo esperando encontrarme en el momento indicado.
Quiero creer en que hay, no solo un sí para mí, sino muchos más. Que es en este momento donde se poda y pule el carácter que me permitirá estar a la altura de las puertas que se abrirán para mí.
Que conoceré todos los “sí” que le darán sentido a la espera.
Que no necesito saberlo todo, ni mucho menos tenerlo controlado, porque lo mejor siempre ha llegado sin siquiera imaginarlo.
Así que, aquí estoy, a veces con los ojos enlagunados, a veces con fortaleza y determinación, a veces solo con silencio.
Aquí sigo, esperando todos los “Sí” que voy a recibir.
130 veces no
130 han sido los “No” que he recibido en aplicaciones de empleo en 7 meses.
Puede ser poco o mucho, depende de quién lo mire. Pero para mí, ha sido suficiente para desanimarme y cuestionar mis decisiones.
130 veces he querido renunciar a mi trabajo, hasta ahora estable, pero las facturas cada mes y las promesas por cumplir me impiden desistir.
130 veces donde me he encontrado sin aire y la última burbuja que me queda en el pecho parece que me dejará ahogar en un mar tempestuoso.
130 veces en las que he tenido que renovar mi actitud, hacer cada vez mejor mi trabajo, proponer nuevas ideas y agradecer. Eso, mientras sigo buscando y tocando todas las puertas hasta encontrar esa que se abrirá.
130 veces he tenido que decir “No” cuando realmente quería decir sí, porque estoy construyendo un futuro y este a veces tropieza con distracciones del presente que me desvían de propósitos que no entiendo cómo ni cuándo llegarán.
130 veces he querido llorar al ver cómo la frustración va haciendo de las suyas, cuando me pregunto en qué momento decidí por la incertidumbre.
130 veces me he preguntado ¿Qué hice?
Y 131 veces he sonreído luego de un suspiro, porque no hay mejor sensación que la certeza de saber que se existe en el lugar correcto.
Me puedo cansar, me puedo agotar, me puedo frustrar, puedo pausar y respirar.
Pero “tirar la toalla” no es una opción, y es que, igual, lo fácil nunca me gustó.
Conozco que lo que realmente vale la pena, toma tiempo y esfuerzo. Sé que sin el movimiento de mi acción, mi pedazo de mundo no seguirá rotando.
Quiero cerrar los ojos 131 veces más y susurrarme al corazón que no fui olvidada y que mi valor no lo determina la costumbre de mis días, y que aunque a veces la odie, es temporal.
Quiero tener fe en que hay un espacio y tiempo esperando encontrarme en el momento indicado.
Quiero creer en que hay, no solo un sí para mí, sino muchos más. Que es en este momento donde se poda y pule el carácter que me permitirá estar a la altura de las puertas que se abrirán para mí.
Que conoceré todos los “sí” que le darán sentido a la espera.
Que no necesito saberlo todo, ni mucho menos tenerlo controlado, porque lo mejor siempre ha llegado sin siquiera imaginarlo.
Así que, aquí estoy, a veces con los ojos enlagunados, a veces con fortaleza y determinación, a veces solo con silencio.
Aquí sigo, esperando todos los “Sí” que voy a recibir.